martes, 26 de enero de 2010

LA ISLA DESCONOCIDA

“Es necesario salir de la isla, para ver la isla”
José Saramago

Conocerse a si mismo, configura uno de los mas grandes retos del ser humano. Solo unos pocos grandes hombres y mujeres pueden llegar hasta el fondo de su pensamiento y sentimiento y verse, para así regalarnos un poquito de ese paradisíaco tesoro interior. Radica su dificultad entonces en que el conocerse nos obliga a abandonar algunas cosas y a acoger otras totalmente diferentes a las acostumbradas, a enfrentarnos a nosotros mismos y asumir retos jamás vistos, a estar dispuestos a asustarnos con lo que encontremos, a deslumbrarnos con lo que nos convirtamos y a evolucionar con lo visto, dado que lo que encontremos no siempre será así, porque el ser humano esta en constante transformación hacia lo positivo o negativo. Se le suma a esto que cada ser es diferente, que los métodos para hallarse no son los mismos para todos, que no son una patente aplicable a todo el genero humano con la cual podamos, luego de conocer lo que hace brillar nuestro interior, irradiar satisfacción infinita. Una isla seria una buena analogía para representar al ser humano en esa búsqueda, dado que ninguna es igual a la otra y están esparcidas en el gran océano. Muchas de ellas también continúan siendo vírgenes, inexploradas, totalmente inhóspitas en espera de que alguien se aventure a hallarlas y encontrar allí su asentamiento y gran tesoro. Quizás ese tesoro era lo que precisamente buscaba el hombre que llamo a la puerta del rey pidiendo un barco en el cuento de José Saramago de 1997: “La isla desconocida”, un cuento en donde una petición nos lleva hacia un desenlace que evidencia la necesidad del ser humano por conocerse y así encontrar la felicidad en si mismo y no en lo superficial.

Es así como el hombre del cuento, decide valientemente pedir un barco al rey, para ir en busca de lo que esta seguro que existe pero no conoce, siendo la burla de muchos y admirado por otros. Este hombre quiere emprender un viaje, como el que se comienza al quererse conocer, en el que tenga la libertad de encontrar un lugar propio donde asentarse y sentir propio, un lugar donde pueda ser feliz, un viaje en el que se hace necesaria una compañía, un complemento que nos censure, que nos indague y nos aclare las cosas con otros ojos y que viaje con nosotros hasta el esperado final, una compañía que se convierta en un complemento para nuestra inteligencia como la mujer de la limpieza lo fue con el hombre del barco y que se unan de manera tal no diferencien si están en babor o estribor, porque siempre estarán unidos y complementados.

También se hace necesario, como lo soñó el hombre cuando desembarco a su tripulación, desprenderse de las ataduras y los lazos que nos unen con la superficialidad, con los males, con la realidad enferma que nos agobia, para liberar el espíritu y así hacer mas fácil su encuentro con si mismo. Desprendernos de nuestras costumbres, pues por el contrario de lo que hemos pensado siempre, el método que nos muestra el cuento de Saramago para encontrar nuestra propia isla no es la introspección, es un viaje a un lugar desconocido y lejano para lograr encontrarnos a nosotros mismos. Es un viaje como el realizado por muchos para poder tener atisbos de vida, un viaje a pie, un viaje en barco, un viaje en guagua, un viaje con destinación conocerse. Es necesario entonces salir de nosotros mismos: salir de la isla, desprenderse de todo lo que hace vida nuestras vidas, huir de las averías de nuestras almas y entornos y emprender ese viaje para ver nuestro interior, donde lo desconocido llega a ser imprescindible y tan conocido como nosotros mismos.

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