domingo, 8 de julio de 2012

La noche que se cumplió el sueño


Y lo ví, de espaldas lo ví, caminando con unas chanclitas de esas de 5.000 con las que yo me baño y una toalla en la mano mientras yo hablaba con un maravilloso gigante sobre el equilibrio del espíritu mediante la respiración, las mudras y la salud, la situación del mundo luego de recorrerlo, recuerdos en una repisa, la recompensa que regala el esfuerzo de toda una vida, sus días de circo, sus tardes de músico callejero que evadía a la policía con sagaz inteligencia y de cómo contribuir sin tratar de comerse el mundo, con perseverancia, disciplina, humildad y esfuerzo.


Muchas noches esperé ése encuentro, insospechando la manera en que se desarrolló y esperando que la materialización de un agradecimiento por tantas alegrías no se convirtiera en una decepción, aunque es sabido que no se debe esperar nada de nadie. Una llamada al medio día me sacó de la rutina, me dio una dirección que hizo que 4 horas para ése encuentro se me convirtieran en muchos siglos. Yo tenía una blusita fucsia que hacía juego con mi trabajo de oficinista y que no combinaba para nada con una ansiedad "tranquila" que me acompañó en el taxi. Cuando llegué ví a mi pequeña gran amiga esperándome en la puerta, dispuesta a llevarme al encuentro de un amigo que iba a estrenar; los sentimientos estaban tan encontrados como los carritos chocones del parque norte. Ascensor con espejos, tocar una puerta y ahí estaba un gigante con ojos de océano, con la amabilidad tan grande como el universo y tantas historias como estrellas en una galaxia. Estábamos en una de ellas cuándo de la nada el personaje en cuestión entró por la puerta recién bañado y solicitando una cura para su tendinitis, fué ahí cuándo supe que eran chanclitas de las de 5.000 y que 13 años esperando por ése momento ya eran cenizas. Sus ojos brillan como un candil inquieto, su hablar es pausado y su escuchar sereno, le dí las gracias eternas, por lo que significó, significa y significará, por su admirable trabajo y por ser de los pocos que sigue creyendo y haciendo. Fué cuando se estaba yendo que apelé a hablarle del sagrado remedio de las abuelitas para su dolencia y  luego de tener que repetirle el nombre sílaba por sílaba (Chu chu uaza) prometí dársela al siguiente día, día del concierto. Luego de ésto, de la prueba de sonido, de escuchar un "no se puede confiar en nadie" en el carro y de recorrer casi todo el parque Lleras en búsqueda de un mondongo a las 11 de la noche, que me encontré en un restaurante de taxistas, comiendo arepa con chorizo con un montón de franceses, españoles y colombianos que había tenido guardados en cds y cassets por años y ahora los tenía ahí, "patenticos patenticos".


Al siguiente día, compré la chuchuaza en una tienda naturista en el centro, me tomé un milo en uno de los chuzos del metro, y un niño que trabaja vendiendo galletas en los buses me guió amablemente hasta el bus correcto (que en realidad era el equivocado, pero menos mal pregunté). Carolina ya venía, estaba a un avión de compartir semejante momento con Laura y yo, luego de que naciera una amistad precisamente gracias al susodicho. En la fila conocí a Man Viv y a Gaetan,  testimonios vivos de quienes tuvieron la gran fortuna de presenciar a la Mano Negra vivita y coleando y con quienes pasé las horas sentada en una manga, contando los minutos para que la fiesta comenzara. Carolina llegó a las 8:30 de la noche, con una blusita negra, y con una maletota que también disfrutó del concierto. Abrazadas y cantando emocionadas escuchamos la primera canción y luego 

La noche que conocí a Antonio Caro

Homenaje a Manuel Quintín Lame, Caro, 1972.

"Porque la Naturaleza me ha educado,
como educó las aves del bosque solitario,
que allí entonan sus melodiosos cantos
y se preparan sabiamente para construir
sus casuchitas, sin maestro".
Manuel Quintín Lame.


Entonces él insistía en decirme con conocimiento de causa y mucho alcohol en sus venas: "Me gusta que usted esté aquí, que tenga ése pelo, y que esté aquí". Claramente se refería a que las estructuras y sus rebuscados protocolos, que nada tienen que ver con lo realmente importante (como construir casuchitas), poco se la van con los lugares que la casualidad eligió para presentarnos, mi cabello y quizás conmigo.

La Sorpresa

"Si las nubes no anticipan en sus formas la
historia de los hombres
Si los colores del río no figuran los designios del
Dios de las Aguas
Si no remiendas con tus manos de astromelias las
comisuras de mi alma
Si mis amigos no son una legión de ángeles clandestinos
¿Qué será de mí?.
R. Gómez Jattin


Ahora recuerdo con gracia que me hicieron subir hasta la plataforma del metro a buscar a alguien que obviamente no estaba allí, preguntar por unas medias provocadoras para un encuentro esperado, preocuparme porque "la persona que no estaba allí" supuestamente iba a enojarse por tanta espera y perder una conferencia sobre bibliotecas brasileras.

Todo hacía parte de la patraña más bonita que habían hecho por mí en la vida, de ésas que hacen válida la idea de Jattin y que mantienen vivo al mundo. No sabía cómo reaccionar cuando la luz se encendió al ritmo de "Tu cumpleaños" de Diomédes Díaz, no sabía a quién abrazar primero, pero era claro que quería abrazarlos a todos juntos. Ésa noche ellos le dieron la razón a Jattin, al mismo tiempo que generaron la misma duda en mí: Si ellos no son una legión de espejitos clandestinos, entonces, ¿Qué será de mi?.

--- CONTRA EL OLVIDO ---

Serranía de San Lucas (Jesús Abad Colorado, Fotoperiodista) 

‎"La queja es una respuesta ante la indiferencia" dice una muy querida amiga; mediante la queja el denuncio, exhibiendo el dolor que muchos prefieren ignorar para seguir viviendo en la Colombia virtual en postguerra y actuar como dice Jesús Abad, CONTRA EL OLVIDO. Me estoy cansando de la "inactividad del denuncio", pero me respondo a mí misma y a la insistente inquietud de ¿Qué estoy haciendo al respecto? lo que alguna le escuché a David Icke: "La diferencia entre la verdad y la mentira es el nivel de información que se tiene, así que el control de información controla nuestra sensación de lo que es posible".

A menos de 2 semanas de ser oficialmente bibliotecóloga, dedico ésta imagen cargada de 200 años de historia a el ejercicio de la difusión de la información, la denuncia, la queja, la respuesta a la indiferencia, la educación, el conocimiento, las palabras, las letras, los libros, la historia, a todos los profesionales de la información que me anteceden y que vendrán y que tenemos en nuestras manos "el cambio de la sensación de lo que es posible".